26 de junio de 2011

El mal de siglo: conflicto entre Ilustración y Romanticismo en la crisis finisecular del XIX

Si hace unos meses presentábamos en este blog una obra monumental y erudita para comprender el nacimiento de la sociedad contemporánea en que vivimos, me refiero a Rites of Spring. Ahora me atrevo a decir que este libro que aquí vamos a presentar: El mal de siglo: conflicto entre Ilustración y Romanticismo en la crisis finisecular del xix, escrito por Pedro Cerezo Galán, posee estas mismas cualidades sólo que la sociedad que nos permite comprender es la nuestra propia, es decir, la de España.



Cerezo elabora una de las investigaciones más eruditas y cuidadas que he podido encontrar nunca para observar cómo en la literatura de finales del xix la constante contraposición irresoluble entre los pares “fe-razón”, “sentimiento-razón”, “creencia-ciencia” pone ante el abismo a aquellos que viven y, sobre todo, piensan en aquella época. El nihilismo es su nota dominante, marcado especialmente en el caso español por la impotencia que los sujetos sienten ante la situación política. La conciencia burguesa está en declive, frente a ella se alza el romántico cuya vitalidad y fuerza trata de alcanzar los lugares que la fría razón calculadora y utilitarista burguesa no puede atisbar.




El lugar en que mejor se puede percibir esta lucha entre lo establecido y lo revolucionario, lo ilustrado y lo romántico es, sin duda, la Generación del 98, a raíz de su análisis Cerezo trata de dar forma a ese momento de crisis espiritual que sería el preludio de la sociedad que a principios del siglo xx determinó nuestra actualidad, es más, aún vivimos en esta irresoluble tensión. Tanto Ortega, Unamuno, Machado, Ganivet, Azorín, Valle-Inclán, Baroja… son autores que tienen un papel principal en este recorrido que Cerezo elabora tanto narrativa como exhaustivamente ya que, aunque estamos ante un libro de ensayo en mucho momentos puede leerse con la rapidez y facilidad de una novela debido a su grado de asequibilidad y capacidad para engancharnos. Estamos sin duda ante una joya monumental cuya lectura recomiendo a modo de hacer más llevaderas esas tardes de verano que están por venir.


Javi

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