10 de mayo de 2011

"Goodbye Lenin", la reunificación alemana en el cine



En el mundo del cine hay clásicos para todos los gustos, desde aquellos que no vendieron una entrada en el momento de estrenarse hasta los que después de muchas décadas siguen siendo vistos hasta la saciedad. También hay films que se convierten en objeto de culto al instante, y nos lanzamos a por uno de éstos.
 Goodbye Lenin empieza en la Alemania comunista, cuando Alex se encuentra en una manifestación en contra del Partido. Las cámaras le graban y su madre, que es una comunista convencida, lo ve en la televisión. Este hecho le provoca un ataque al corazón y la mantiene inconsciente varios meses. Cuando se recupera la enfermedad la deja muy debilitada, de forma que cualquier sobresalto podría suponer un serio riesgo para su salud.  El problema es que en el tiempo que ha estado en el hospital, el muro de Berlín ha caído, y ella no lo sabe. La solución que encuentra su hijo es no decirle nada y mantener la mentira, convirtiéndose este en el motor de la narración.


La historia que cuenta la película es su gran fuerte, a pesar de no tener nada de ingenioso, sí que tiene una personalidad propia que te mantiene intrigado como va a acabar la cosa. En clave de comedia, nos muestra la época de la reunificación alemana sin mostrarse tendenciosa hacia ninguno de los dos bandos. Además de la comedia, también hay mucho de drama y algo de amor que consiguen  convertir la obra en una montaña rusa de emociones. Si se hubiera quedado en esto, Goodbye Lenin hubiera sido una de tantas películas con una buena historia y una buena ambientación. De las que te dan un chute de emociones –la droga a la que todos somos adictos-, te enseñan algo sobre otro tiempo y otro lugar pero se quedan en eso. Lo que hace a Goodbye Lenin algo más que eso es que consigue convertir una historia particular y una época muy puntual en un símbolo humano universal. Logra mostrarnos lo horribles que son las ideas fijas, o cómo construimos nuestra realidad en función de lo que queremos –o creemos- ver, más que en función de lo que vemos realmente. Para mí es una obra maestra del cine moderno por el simple hecho de que es muy difícil encontrar a quien no le guste. Una película que llega a todo el público es suficiente para elevarla a ese nivel. Su mayor logro es el hecho de limitarse a contar una historia y hacerlo de forma magistral. No tiene mayores ambiciones que esas, y precisamente es al preocuparse por la narrativa cuando surge el verdadero cine. Pero no lo digáis muy alto, si se enteran David Lynch o algún director de películas llenas de efectos especiales de estas cosas no se qué puede llegar a ocurrir  
                                                                                                  Carlos

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