3 de mayo de 2011

"Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo", de Albert Espinosa


El año pasado se publicó Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo y recuerdo ver el libro en las estanterías de diversas librerías. Tenía un buen título y es lo primero que me llamó la atención. Pero como mi presupuesto para libros era limitado y en esos momentos había otras novelas que consideraba prioritarias, tuve que dejarlo correr. A pesar de eso, no pude dejar de buscar información sobre su autor, Albert Espinosa. Es licenciado en industriales, guionista de cine y televisión, actor, director, ha escrito un libro de filosofía,  y además hasta los 24 años tuvo problemas de salud debido al cáncer. Por este motivo le amputaron una pierna, un pulmón y parte del hígado. A partir de esos 24 años fue cuando comenzó la licenciatura en la universidad. No puedo dejar de sorprenderme ante el tremendo mérito de la carrera de este señor, que aun tiene 36 años.


El libro que tratamos hoy es su primera novela, y a pesar de ser muy recomendable tiene algunas pequeñas taras que le impiden ser todo lo que podría haber sido si no fuera ella misma. El argumento trata sobre Marcos, cuya madre acaba de morir. La defunción le obliga a tomar una dura decisión que hasta ese momento había retrasado. Sin embargo, hay algo que complica las cosas todavía más. Prefiero ser enigmático que convertirme en Jack el destripador. Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo está escrita en rigurosa primera persona, embutiéndonos en la mente de su protagonista y permitiéndonos conocer todos sus rincones. Precisamente en esos rincones del pensamiento es donde se desarrolla la mayor parte del libro, en la visión particular que tiene Marcos de ver los objetos cotidianos y darles un toque poético. La historia en sí misma también resulta interesante y original, pero no llega a ser algo de una calidad excelente.
Para acabar, como primera novela de su autor tiene un valor increíble, y también se agradece que no alargue la obra de manera innecesaria –por desgracia muchos escritores parecen pensar que alargar las obras las hará mejores-, el libro se queda en 203 páginas en su edición de bolsillo que son suficientes para expresar lo que el autor desea expresar sin resultar pesada. Como este es un libro del que se pueden coger muchísimos fragmentos interesantes, dejaré unos pocos.

“La gente viola con sus sueños: viola la intimidad, viola el lenguaje con el que se expresa, viola esa imagen como mejor le parece. Cuántas veces he tenido sexo con gente en sueños y al día siguiente no me he atrevido ni a saludarla, pensando que en el “buenos días” se notará las “buenas noches que hemos pasado”. Quizá el mundo iría mejor si contásemos nuestros sueños eróticos a los que han sido protagonistas de ellos”

“Rompes a llorar o a reír. Creo que vale la pena hacerse añicos por esos sentimientos”

“Con dieciséis años me habló de las autopsias sexuales. Me contó que estaría bien que cada cinco años nos practicaran una de estas autopsias. Que nos quedáramos muy quietos y alguien nos dijera qué parte de nuestro cuerpo no había sido acariciada; cuántos besos habíamos recibido; si había sido más querido una mejilla o una ceja o una oreja o los labios. Una autopsia en toda regla de nuestro sexo, pero con nosotros vivos, aunque inmóviles. Ella se lo imaginaba y le gustaba pensar que alguien, sólo mirando nuestros dedos, supiese si habían tocado con pasión o simplemente por rutina. Si nuestros ojos habían sido mirados con deseo o nuestra lengua había conocido muchos congéneres [...] Y según ella, lo mejor era que cuando acabase esa autopsia sabríamos que estábamos vivos, que podíamos mejorar y lograr que nos acariciasen, que deseáramos, que amáramos y nos amasen. Nunca me he hecho una autopsia de este tipo. Me ha dado miedo el resultado”
                                                                                         
                                                                                             Carlos

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